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Dejar de sentir
¿A dónde va lo que dejamos de sentir?
¿A dónde va la caricia perdida,
el eco olvidado de un beso al partir,
las palabras que nunca tuvieron salida
y los sueños que no se quisieron vestir?
¿Se esconden acaso en algún horizonte,
donde el tiempo las guarda en su pecho callado?
¿O se hunden en mares de sombra y de bronce,
donde el olvido las toma de lado?
Tal vez se transforman en hojas caídas,
que bailan al viento sin rumbo ni voz,
o en la luz temblorosa de viejas heridas
que a veces despiertan, que a veces son dos.
Lo que dejamos de sentir se disuelve,
como un río que nunca encontró su lugar,
se vuelve ceniza, se vuelve aire leve,
y en la nada descansa, sin querer regresar.
Mas, ¿y si no muere, si solo se esconde,
si aguarda en silencio, paciente y febril?
Quizá lo que fuimos, lo que no responde,
aún late en rincones que no descubrí.
A dónde va lo que dejamos de sentir,
es pregunta que arde, un secreto fugaz.
Quizá nunca se pierde, solo aprende a huir,
o espera en nosotros para renacer, tenaz.
May Hernández
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