En esta vida no pudimos ser,
aunque el destino cruzó nuestros pasos,
fuimos dos almas errantes, sin lazos,
que el amor no supo entender.

Te tuve tan cerca e incierto
como el reflejo de un sol en el río,
eras mi puerto, mi paz, mi navío,
pero el destino nos hizo desierto.

En otra vida tal vez coincidamos
cuando no puedan más con nosotros,
cuando los sueños no sigan tan rotos,
y podamos vivir lo que amamos.

Aquí dejo un sueño escondido
una historia que el tiempo no quiso contar
y en cada mirada el eco ha crecido
de un amor que aún anhela poder regresar.

May Hernández