
Fuiste mía
Fuiste tan mía
que el viento llevaba tu nombre
y las horas caían al compás de tu risa,
cada mirada tuya llenaba mis días
como el sol que no sabe de sombras.
Fuiste tan mía
que los silencios hablaban de ti,
en cada rincón que jamás conociste,
y mis manos, aún vacías,
guardaban el eco de tus caricias.
Fuiste tan mía
que no hacía falta buscarte,
eras un suspiro en el aire,
la razón de cada palabra
que nunca pronuncié.
Y ahora,
aún siendo libre tu alma,
sigues tan mía
en el rincón de los sueños
donde el tiempo no tiene mañana.
May Hernández.
Créditos al creador de la imagen.
Crea tu propia página web con Webador